Si le preguntamos al responsable de cualquier pyme si hace o le gustaría hacer una planificación financiera de su negocio y de su empresa, la respuesta sería en la mayoría de ellas ¡que NO!

A una nueva pregunta del ¿por qué? la respuesta sería en la mayoría de los casos… ¡Para qué, si luego nunca se cumplen! ¡nunca se acierta! ¡no tenemos tiempo para teorías!…

Incluso, si buscáramos opiniones en las grandes empresas sobre el tema, encontraríamos enemigos de la planificación. Por ejemplo, lo era Jack Wells (CEO de la empresa General Electric), entre otros.

Si embargo, leamos a la Sra. Botín (Presidenta del Banco Santander) en declaraciones recogidas por el diario Expansión el viernes 3 de abril de 2020 ”…Botín dice que revisará su plan estratégico por la crisis del coronavirus”, con lo que se adivina fácilmente a través de su lectura dos cosas, 1. Que planifican! y 2. Que cuando hay cambios que afectan al plan, se revisan y se actualizan.

Planificar en la empresa es útil porque, para cualquier organización que quiere conseguir algo, representa una guía para no perderse. Y hay que huir de la maldita leyenda sobre que la micro y pequeña empresa no utiliza la planificación porque no les ayuda en nada. En mi opinión nada más lejos de la realidad.

Planificar en la empresa cumple varias funciones.

  1. Convertir en números los objetivos necesarios para desarrollar el plan con éxito, con el propósito de ver si el negocio genera beneficio y rentabilidad.
  2. Convertir en números los recursos que se van a consumir, para controlar el coste de las operaciones.
  3. Convertir las operaciones de los procesos en flujos de caja, para evitar los déficits negativos de caja que tanto daño hacen a la empresa.

¿Y con esto que conseguimos?

El control de lo que sucede en el día a día de nuestra empresa, con el fin de controlar sus desviaciones:

  1. Que los resultados coincidan con nuestro Propósito Estratégico.
  2. Que si nos desviamos negativamente en los objetivos y en los recursos consumidos podamos maniobrar para anticiparnos y ver cómo corregirlo.
  3. Si por el contrario cumplimos con nuestros objetivos y recursos, controlar que llegaremos a final del ejercicio sin problema en el cumplimiento de nuestras obligaciones.

 

¿No les parecen motivos todos ellos muy importantes para planificar?

La realidad es que para poner en marcha la cultura de la planificación en la empresa se debe de partir de una actitud muy gerencial, lo que significa que sin la participación activa de la dirección general de la empresa, difícilmente se va a poner en marcha. Pero para hacerlo bien, solo hay que contar con el equipo adecuado, tanto si es interno como si es externo, o una mezcla de ambos.

Autor: Luis Sequí

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